Szymon Hołownia presentó hasta 2019 la versión polaca del programa de televisión Got Talent, después fundó un partido político y ahora forma parte de ese 75% de diputados del Sejm (Cámara Baja del Parlamento Polaco) que lo son por primera vez en sus vidas. Estuvo a punto de ser profesar en la Orden de los Dominicos, pero terminó casándose con Urszula Brzezinska, piloto de aviones de combate MiG-29 y teniente primera de la Fuerza Aérea Polaca. Hoy tienen dos hijas y son sin pretenderlo la imagen de un relevo político generacional, una nueva derecha polaca, que sigue declarándose católica pero que abraza fórmulas más liberales.
En enero de 2020, tras hacer declaraciones en contra del matrimonio homosexual, pero a favor de las uniones civiles de personas del mismo sexo, un sacerdote le negó la comunión. La historia hizo hervir las redes sociales y la archidiócesis de Varsovia obligó finalmente al clérigo a disculparse. Este asunto, el del matrimonio homosexual, junto a las prestaciones sociales y el acceso al aborto legal, constituyen puntos de fricción entre la Plataforma Cívica de Donald Tusk y los partidos Nueva Izquierda, Tercera Via y PSL, con los que Tusk espera formar gobierno.
Cartas sobre la mesa
Mantienen posiciones diferentes y les será difícil consensuar un programa común. Por eso Hołownia era uno de esos nuevos diputados polacos a los que el partido Ley y Justicia (PiS), todavía en el Gobierno en funciones y que obtuvo el mayor número de votos el pasado domingo, ha estado rondando desde el domingo pasado. El PiS no tira la toalla y mantiene la esperanza de apoyarse en tránsfugas para mantenerse en el poder, pero Hołownia ha puesto las cartas sobre la mesa y esas cartas apuntan a una jugada ganadora de Donald Tusk.
«Basta de discusiones. Las conversaciones van muy bien y las diferencias de opinión forman parte de la democracia», ha zanjado el político de 47 años. «Nuestro acuerdo será público, para que todo el mundo conozca el programa del nuevo Gobierno democrático». Así hemos sabido que las negociaciones de coalición han comenzado, incluso antes de que el presidente Duda convocase a los líderes de los partidos a consultas.
Las cartas con las invitaciones a las consultas salieron el jueves del palacio presidencial. Todas están fijadas para la semana entrante. «El presidente Andrzej Duda consultará con todos los comités sobre el primer paso», ha confirmado el asesor del presidente Marcin Mastalerek, «y todos los partidos han sido invitados por separado». Al presidente corresponde otorgar el mandato de formar gobierno, bien al partido más votado, que carece de mayoría suficiente, o bien al segundo más votado, el de Donald Tusk, que está ya trabajando en el pacto.
El líder de Nueva Izquierda, Dariusz Wieczorek, ha confirmado que su partido ha identificado ya «objetos de negociación» y que la voluntad de acuerdo es muy firme por su parte. El jefe adjunto del partido Plataforma Cívica, el alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, considera perfectamente posible el acuerdo: «Estará bien, después de todo, todos sabemos desde hace ya meses que gobernaremos juntos». Sobre cuestiones espinosas, como el aborto, responde que «sabemos que Kosiniak-Kamysz y Hołownia dejarán que los diputados voten en conciencia».
Resultados elecciones en Polonia 2023
En qué distritos han ganado
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En qué distritos han ganado
Pero aunque cuaje esta jugada a varias bandas, lo que está ocurriendo en Polonia va más allá de un cambio de gobierno. «Después de años de resultados dolorosamente predecibles, la política real regresa a la escena política de la Tercera República Polaca», escribe en ‘Gazeta Prawna’ Andrzej Krajewski, que considera que el mapa del resultado electoral, que divide a Polonia en dos partes perfectamente diferenciadas, es fruto artificial de la polarización que han alimentado los dos grandes partidos. «El fin de la democracia ha sido anunciado por la oposición hasta cuatrocientas veces, con una frecuencia media de una vez por semana… mientras Kazcynski agitaba la tesis del ‘Finis Poloniae’, como el final de la película de terror ‘El regreso de Tusk’. Pero lo que ha llegado a su fin no es Polonia, sino veinte años de pospolítica, en la que los dos partidos dominantes se apropiaron del Estado para sí mismos».
Bajo la alfombra
«Por supuesto, la oposición victoriosa debe formar un gobierno… tiene que pasar los primeros meses del próximo año fingiendo que quiere restaurar el estado de derecho y hacer que la Derecha Unida rinda cuentas. Pero, con cada mes que pase, esta pretensión se volverá más y más difícil, porque todo se jugará debajo de la alfombra. Y el equilibrio de poder en el nuevo Sejm es ahora tal que todo el mundo puede jugar con o contra cualquiera. Después de todo, tenemos una docena de partidos en la escena política. Esto es el fin de la estabilidad y un ‘shock’ para los votantes acostumbrados a ella».
También cree que llama a engaño ese mapa de resultado electoral el editor y autor político Stephan Hebel, para quien, gobierne quien gobierne, en Polonia ha ganado la derecha: «El nacionalismo de derechas cede ante el liberalismo económico conservador, pero a su izquierda no hay ninguna opción de poder que pueda atisbarse a lo largo y ancho del mapa político».