Expulsión de Feria de EE. UU. y conflicto con Benedetti: lo que llevó a la salida de Laura Sarabia de Cancillería

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La reciente partida de Laura Sarabia del liderazgo en la Cancillería ha provocado una serie de interpretaciones en ámbitos políticos y diplomáticos, sacando a la luz un entramado de tensiones que abarcan desde disputas internas hasta eventos internacionales que podrían haber debilitado su lugar en el Ejecutivo. Entre los aspectos que habrían influido más profundamente en esta determinación se halla el suceso de la expulsión de un diplomático colombiano por el Gobierno de Estados Unidos y una confrontación directa con el exembajador Armando Benedetti.

La situación tomó mayor relevancia luego de que se conociera la expulsión del entonces cónsul de Colombia en Miami, quien fue retirado discretamente tras un proceso silencioso por parte de las autoridades norteamericanas. Aunque el hecho fue manejado con bajo perfil por ambos gobiernos, en el interior de la Cancillería se encendieron las alertas por el impacto que este episodio podría tener en la relación bilateral con uno de los principales aliados del país.

La decisión tomada por Washington no solo fue un acontecimiento atípico en el campo diplomático, sino que también provocó dudas sobre cómo la Cancillería gestiona las relaciones exteriores. En Miami, la cónsul general fue reemplazada por una funcionaria de carrera, mientras que el cónsul expulsado regresó a Bogotá en medio de un gran silencio. Se informó que todo se originó por el no cumplimiento de regulaciones internas del país anfitrión, lo que llevó a la expulsión del funcionario.

Paralelamente, se agudizó el conflicto entre Sarabia y el exembajador Armando Benedetti, cuya relación, ya tensa por diferencias pasadas, habría alcanzado un nuevo punto crítico. En círculos del Gobierno se comenta que la exfuncionaria habría bloqueado gestiones relacionadas con el regreso de Benedetti al cuerpo diplomático, lo que habría desatado un enfrentamiento de alto voltaje político. Este choque interno, sumado a las presiones de distintos sectores del Ejecutivo, habría debilitado su liderazgo en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Asimismo, se apunta que Sarabia estaba lidiando con tensiones internas debido a su modo de liderar, visto por algunos como inflexible y poco conciliador. A pesar de contar con el apoyo directo del presidente, la acumulación de conflictos tanto internos como externos habría creado una atmósfera insostenible en la Cancillería.

En medio de este panorama, la decisión de apartarla del cargo se concretó como parte de un reordenamiento en el equipo de gobierno. Aunque oficialmente se presentó como un cambio rutinario, la suma de factores evidenciaba un deterioro en la posición política de Sarabia. Su salida se produjo en paralelo a otros movimientos en el gabinete, en un momento clave para la agenda internacional del país, especialmente en temas como la política migratoria, la cooperación en seguridad y el comercio exterior.

Con esta modificación, la Administración pretende restaurar las relaciones diplomáticas clave y mostrar una imagen de más unión entre las instituciones. La persona que asumirá como nuevo ministro de relaciones exteriores, cuyo nombramiento aún no se ha confirmado, tendrá como misión principal reanudar un diálogo constante con aliados internacionales y asegurar el buen curso de la política exterior en un entorno regional complicado.

Mientras tanto, Sarabia ha optado por mantener silencio tras su salida, aunque se especula sobre su posible reasignación a otro cargo dentro del gobierno o su retiro temporal de la vida pública. En todo caso, su paso por la Cancillería dejó una huella marcada por la controversia, en medio de un clima de tensión diplomática y disputas internas que finalmente precipitaron su salida.

Por Peverell Jobin